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El Anuario de Conexiones:
Introducción a los Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

La sociedad occidental está fuertemente coloreada por la idea que hay derechos que pertenecen a todos los seres humanos "por derecho", derechos que ninguna autoridad tiene capacidad de negar o eliminar.

Al mismo tiempo, sin embargo, también sabemos que cualquier derecho que alguien piense debe de ser o cualquier derecho que la gente dice tener, los derechos que la gente en realidad tiene, existen sólo porque pelearon por ellos y los alcanzaron. Los derechos se ganan.

Todos los derechos se pueden perder. Se pueden perder si aquellos encargados de defenderlos están aislados, débiles, no están bien organizados o no los cuidan lo suficiente.

No hay de acuerdo universal en la definición de los derechos humanos. Por el contrario, definiciones competentes - más precisamente, intentos por legislar e implementar derechos particulares - dan vida a algunos de los conflictos más grandes de nuestro tiempo. Esto es en varias instancias por la inclusión o expansión de un derecho humano particular que entra en conflicto con lo que otros grupos ven como sus derechos, o tiene costos asociados que otros son reacios a pagar.

En nuestros días podemos ver esto como un amplio rango de grupos intentando alcanzar sus derechos, incluyendo varios derechos que tienen un fuerte componente social o económico. Entonces, la mayoría de habla francesa en Québec tratando de establecer su derecho por un Québec franco parlante entra en conflicto con la minoría de habla inglesa que busca preservar sus derechos lingüísticos. Los grupos de arrendatarios que ven a la vivienda como un derecho humano y trabajadores que quieren cambiar sus lugares de trabajo inseguros, ambos entran en conflicto con aquellos que defienden el derecho de propiedad. Aquellos promoviendo acción afirmativa chocan con aquellos que creen que el principio de contratar estrictamente por méritos es estar siendo atacados.

Se cuestiona también qué tan real es el 'papel' de los derechos ante la ausencia de las condiciones necesarias para ejercitar dichos derechos. ¿Qué tan real es nuestro derecho de libertad de expresión cuando unos pocos conglomerados controlan prácticamente todos los medios masivos? ¿Son realmente iguales ante la ley un gigante y un grupo de ciudadanos cuando una compañía es capaz de llevar a la bancarrota a su pequeño rival, simplemente arrastrándolo a un juicio y dejando que los costos legales hagan el resto?

¿Y qué tal extensiones más radicales de nuestros derechos? ¿Si tenemos el derecho a la democracia, no podríamos argumentar que esto debería incluir el derecho al control democrático de las corporaciones que ahora controlan la mayoría de nuestras economías?

Aunque única la cuestión más crucial que enfrenta cualquier grupo interesado en extender o defender los derechos humanos es su actitud hacia el estado. Mientras la gente y las organizaciones relacionadas con los derechos humanos saben que es vital para ganar tener apoyo y aliados dentro de la sociedad en general, también saben que el patrocinador potencial más poderoso de todos puede bien ser el propio estado - el gobierno, juzgados, policía.

Allí yace un dilema fundamental. El estado es una fuerza dominante en la sociedad cuya ayuda parece a menudo esencial si un derecho en particular o política se quiere alcanzar efectivamente.

Así es, a menudo se nos dice que para asegurar nuestros derechos, es necesario incrementar los poderes del estado. Para tener el derecho a la seguridad del crimen y el terrorismo, se espera que le demos más poder a la policía y las agencias de seguridad del estado. De esta manera podemos tener el derecho de disfrutar servicios esenciales, el gobierno debe tener el derecho de acabar con huelgas. Para estar protegidos contra la literatura del odio, debemos otorgarle a la policía y los juzgados el derecho de decidir que es lo que estamos autorizados para publicar o leer. En otras palabras, para ganar ciertos derechos, debemos ceder otros, especialmente nuestras libertades civiles, nuestro derecho de ser libres de la interferencia del estado.

Como resultado, hemos sido testigos de una constante erosión de nuestras libertades. Somos sujetos de restricciones y formas de vigilancia que podrían ser impensables en el pasado. Si una tendencia es claramente visible en virtualmente todas las sociedades, es la de una mayor centralización, burocratización y control social y un correspondiente recorte de las libertades individuales.

Esta es una tendencia tremendamente peligrosa, en especial para aquellos que esperan generar un cambio social, porque aquellos que trabajan por un cambio a menudo atraen la hostilidad de los poderes que quieren cambiar. Entre más sabemos que el estado tiene el derecho de garantizarnos o negarnos nuestras libertades, se tiende más a que lo use de maneras de las que nos arrepentiremos.

Por ejemplo, entre más permisible se considere coartar la libertad de expresión, más grupos que trabajan por un cambio se vuelven vulnerables a ser coartados. Esto ha sido demostrado regularmente incluso en Canadá, donde las leyes originalmente se avocaban a la literatura de odio Nazi han sido usadas contra los grupos protestando contra la dominación de Estados Unidos sobre Canadá y donde las leyes contra la pornografía han sido usadas contra las publicaciones de liberación homosexual, videos feministas y materiales de educación sexual.

Consecuentemente, un importante caso se puede obtener por una estrategia seria para promover los derechos y libertades que podrían amenazar el derecho del estado de garantizar o limitar nuestros derechos y libertades. Quienes buscan una sociedad más libre o más justa están en peligro de subvenir sus propios objetivos si esperan que el gobierno o las cortes estén con ellos para alcanzarlos.

Hay ocasiones cuando usarlos es inevitable, pero siempre hay un costo: un oculto pero real cambio de poder, de nosotros hacia el gobierno y los jueces. En el largo plazo, nuestro objetivo debería ser crear una sociedad que es menos, no más, auto dominada.

Para hacerlo, necesitamos ayudarnos unos a otros. Podemos asegurar mejor nuestros propios derechos y libertades si apoyamos los derechos y libertades de los demás. Los grupos que trabajan para ganar o defender un grupo de derechos incrementa enormemente sus posibilidades si forma alianzas con otros grupos, especialmente si tales alianzas no son meramente utilitarias, sino cimentadas en el entendimiento de cómo diferentes causas contribuyen como partes de una lucha más grande por justicia y libertad. Deberíamos tratar de ser guiados por la idea de "si uno de nosotros no es libre, entonces ninguno lo es".

Por ejemplo, la mayoría de nosotros espera nunca estar en prisión, pero mientras toleremos las prisiones que enjaulan seres humanos bajo condiciones que podrían ser ilegales para animales en un zoológico, le damos vigencia a la idea que es permisible tratar seres humanos inhumanamente. Si toleramos la discriminación contra la mujer, o las minorías raciales, discapacitados, le damos nuestros consentimiento a la injustita. Si aceptamos que a cualquiera se le pueden negar sus derechos, su libertad, entonces degradamos nuestros propios derechos y libertades, tal como degradamos la solidaridad social.


Ulli Diemer

Also available in English: The Connexions Annual: Introduction to Human Rights & Civil Liberties.
Aussi disponible en français: L'Annuel Connexions: Introduction aux Droits Humains et aux Libertés Civiles.

 


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